El cambio y la transformación permanente de los diversos procesos sociales, económicos y culturales constituyen el núcleo de la llamada «Sociedad del Conocimiento o Sociedad de la Información ».
No esforzarse en este proceso a nivel individual y colectivo es lo que ya está marcando la diferencia entre las culturas y las personas por eso se han retomado y aparecido términos como alfabetización, innovación, etc.
En este contexto, la caducidad, renovación y generación del conocimiento constituyen la atmósfera del mundo actual. Esto demanda un nuevo enfoque acerca del proceso de aprender, a fin de poder no sólo interactuar en él, sino también de intervenirlo y transformarlo en un ámbito que permita el pleno desarrollo humano.
Así entonces, comprender lo que se aprende y aprender a aprender se convierten en competencias para enfrentar un mundo cada vez más incierto y complejo.
La escuela, como institución social encargada de la misión de formar personas, se ve demandada a superar procesos de formación rígidos y cerrados para transformarse en un espacio flexible y creativo se lleven a cabo procesos de formación y actualización permanente.
Es desde esta perspectiva donde surge la necesidad de potenciar desde este ámbito educativo espacios de reflexión, intercambio y generación de propuestas creativas y fundamentadas; capaces de dar respuestas a las demandas de un mundo cada vez más complejo.
La educación se convierte pues en el medio más apropiado para informar y formar a los ciudadanos del futuro.